América Latina ha registrado un periodo sin precedentes de crecimiento sostenido y reducción de la desigualdad. El auge económico, a través de un incremento de los ingresos públicos, permitió aumentar el espacio fiscal disponible y, junto con ello, el gasto social y la inversión; asimismo, a través de instrumentos como los programas de transferencias condicionadas, se logró una disminución de la desigualdad sin precedentes. En este sentido, vale preguntarse cuál puede ser el rol de la política fiscal que permita mantener el ritmo de disminución de los coeficientes de desigualdad distributiva en los países de la región. Las características de la desigualdad en América Latina, con los rasgos de alta concentración del ingreso y una significativa disparidad regional, requieren que para lograr una mejora en los indicadores de igualdad se realicen esfuerzos no sólo por el lado del gasto sino también en los medios de financiación. La estructura de ingresos fiscales en la región está basada en impuestos al consumo y en ingresos procedentes de la explotación de recursos no renovables. La base imponible de ambas fuentes de recursos se caracteriza por su alta volatilidad. Este trabajo analiza el rol de los ingresos fiscales como un instrumento para disminuir la desigualdad en la región. Para ello se analizarán las opciones de fortalecimiento de la imposición sobre la renta personal que permita mejorar la capacidad redistributiva del Estado y que, además, dada su condición de estabilizador automático pueda ayudar a disminuir la alta volatilidad de los ingresos.