La presente investigación titulada “Violencia microfísica y (re)producción de desigualdades - disputas por el poder en el conflicto armado colombiano” estudia la construcción microfísica del poder y su impacto en las condiciones de vida locales en contextos de conflicto armado, caracterizados por una cohabitación de actores armados en constante disputa por ejercer el control territorial. Asume el ejercicio de violencia como una dimensión descriptiva del poder y ausculta su impacto en términos de desigualdad. La investigación gira así en torno a la pregunta acerca del rol que juega el ejercicio de violencia, en el marco de un conflicto armado, en la (re)producción de desigualdades sociales, políticas y económicas dentro de la estructura social local. El estudio se propone llenar un vacío presentado en las estudios sociológicos y políticos sobre los conflictos armados el cual, según algunas voces críticas, emana de dos hechos fundamentalmente. Por un lado, la proclividad de los estudios en la materia a concentrarse principalmente en las causas estructurales de los conflictos armados y no ahondar en investigar las razones de su permanencia, dinámica y desarrollo, ligadas a las características locales particulares del contexto (Koloma Beck, 2011; Neidhardt, 1986; von Trotha, 1997, p. 20). Por el otro, una reducción de la explicación del surgimiento y persistencia de un conflicto armado a la variable de utilidad económica (Gutiérrez & Ciro, 2022; Kalyvas, 2001). Enfoques de investigación de la línea del paradigma de las nuevas guerras (Kaldor, 1999) y la teoría económica del conflicto (Collier, 2000; Collier & Hoeffler, 1998), presentan una proclividad a asumir el conflicto armado como una empresa criminal. A asumir que sus causas tienen un origen económico, emanado del interés de explotación de rentas por parte de los actores disputantes (comparar Kalyvas, 2001). A la luz de este hecho, el presente estudio se enfoca en analizar, no las causas de la violencia, sino sus formas de manifestación práctica. Así mismo, en estudiar no solo las relaciones económicas que tienen lugar en un conflicto, sino también el contexto social, político e histórico en que este se desarrolla. Para hacerlo toma como base de estudio el nivel microfísico. Aquel, en el que se manifiesta la mecánica del ejercicio local del poder, la minucia de las tácticas de dominación sobre el cuerpo y la conducta a través de las cuales se configura la capacidad de ejercer control y por ende de capitalizar poder. La investigación se fundamenta teóricamente en la definición del poder como control (Foucault, 1979, 2002; Weber, 2002) y en línea con esta define el ejercicio de violencia y la desigualdad. Entiende entonces el ejercicio de violencia como una acción de poder. Esto es, como un instrumento que se basa en el daño físico o en la amenaza de daño y del cual se vale quien busca ejercer el control, para configurar relaciones de docilidad, regular la vida social y normalizar la conducta (Popitz, 1992). Por el otro, entiende la desigualdad como una distancia en la capacidad de acceso a bienes o posiciones socialmente relevantes y a recursos de poder (Braig, Costa, & Göbel, 2015; Kreckel, 1992). La desigualdad se constituye cuando esa capacidad de acceso se ve limitada de manera duradera -con base en una diferencia física o una diferenciación social-, de modo tal que las oportunidades de vida de los individuos o grupos de individuos se ven, bien sea favorecidas o afectadas (Kreckel, 1992, p. 17). Metodológicamente la investigación utiliza un enfoque inductivo cualitativo, a través de una descripción densa dentro de un estudio de caso típico. Esto es, uno que engloba unos elementos identificables que lo hacen representativo del fenómeno que busca ser estudiado (Gerring, 2007, pp. 91–93). Se toma como caso típico el conflicto armado interno colombiano. Concretamente, aquel que se desarrolla en la región del nordeste antioqueño y el sur de Bolívar, que hace parte de la región conocida como el Magdalena Medio. Temporalmente el estudio se concentra en el período comprendido entre finales la década de los 70 y la actualidad. La recolección de datos se basó en un trabajo de campo y se llevó a cabo a través de dos técnicas: la observación participante y el desarrollo de entrevistas narrativas. Para estudiar las relaciones microfísicas del poder y en el marco de estas, el rol que el ejercicio de violencia -en tanto que instrumento de dominación- tiene en la (re)producción de desigualdad, este trabajo plantea una herramienta de análisis basada en la combinación de los conceptos de figuraciones (Elias, 1939, 1970, 1989, 2003) y de territorialidades (Oslender & Agnew, 2010). La herramienta se basa en, a partir de los datos empíricos recaudados, llevar a cabo un rastreo de la constelación local de actores estratégicos y de sus relaciones. Esto, en primera instancia, identificando las estructuras de orden en las relaciones sociales locales (las figuraciones), resultado de la interacción recíproca e interdependientemente de los individuos que componen un conjunto social (Endreß, 2017). Plantea dos figuraciones de análisis: la de las relaciones de los actores armados entre sí y la de las relaciones de los actores armados con el conjunto social local. El análisis en estos dos niveles de figuraciones permite reconstruir las territorialidades de los actores armados. Esto es, tanto sus intereses sobre el territorio, como las estrategias que ponen en práctica para hacerse con y mantener el control sobre este (Oslender & Agnew, 2010). La investigación halló que, contrario a los planteamientos del paradigma de las nuevas guerras y de la teoría económica del conflicto, un conflicto armado no debe interpretarse únicamente como una empresa criminal. Si bien se observó que algunos actores armados buscan el control local movidos por un interés eminentemente económico, se evidenció que un control efectivo del territorio, a través de la configuración de relaciones de docilidad-utilidad, implica la administración de facetas de la vida social local que sobrepasan lo económico. A este respecto la investigación constató que la violencia efectivamente es una táctica de dominación ampliamente utilizada en el marco de un conflicto armado para hacerse con y mantener el control territorial. Sin embargo, para lograr un control efectivo sobre y administración del territorio, de los individuos que lo habitan y de las relaciones que en él se desarrollan, el actor armado se vale del ejercicio de violencia de modo complementario con otra táctica de dominación. A saber, la de la configuración de asociaciones selectivas con otros actores armados o con estamentos del conjunto social local. Esto, a fin de que estos le sirvan de apoyo en las tareas de administración y control del territorio. Así, los convierte en unos vigilantes que son constantemente vigilados (Foucault, 2002, p. 182). En el marco de estas asociaciones selectivas, no es el ejercicio de violencia, sino la lealtad mutua, el instrumento que utiliza el actor armado para alcanzar la obediencia de su contraparte. Este trabajo también identificó que la puesta en práctica de esta estrategia de dominación que complementariamente ejerce violencia y configura asociaciones selectivas, implica una adscripción de posiciones en la estructura social local. Posiciones con diferenciales capacidades en el acceso a bienes socialmente relevantes y recursos de poder. Al instaurar su territorialidad, no solo el actor armado adquiere una posición privilegiada de dominancia y control. Adicionalmente trae consigo, para quienes componen el conjunto social local, una adscripción de posiciones bien sea de distancia o cercanía al poder del actor armado. Hacer parte de una asociación selectiva implica una mayor capacidad de interacción, diálogo y negociación con el actor armado, siempre y cuando se respete el arreglo de cohabitación y coadministración y no se transgreda su poder. Esto puede representarse como una cercanía a su poder. Por el contrario, aquellos fuera de la asociación selectiva son excluidos de beneficios relacionales y distributivos por parte del actor armado y son ubicados en una posición de constante exposición a la amenaza y al daño físico directo. Esta condición les representa en su cotidianidad un obstáculo y por ende una mayor distancia en la capacidad de acceso a bienes y recursos. Dicho esto ofrecemos como respuesta a la pregunta de investigación planteada, que no solo el ejercicio de violencia, sino su combinación con la asociación selectiva son utilizados por los actores armados en disputa por hacerse con el control local, para administrar el territorio y las actividades que se desarrollan en él, disciplinar al conjunto social y convertirlo en obediente y útil a sus intereses. La utilización de estas tácticas de dominación juega un rol en la (re)producción de las desigualdades sociales, económicas y políticas locales, en tanto que asignan a los individuos que componen el conjunto social posiciones con mayores o menores beneficios relacionales y distributivos. Estas posiciones se traducen en diferenciales capacidades de acceso a bienes socialmente relevantes y a recursos de poder. Que un actor armado apele a una u otra táctica de dominación, decimos, es un cálculo de utilidad que va a depender de tres condiciones. En primer lugar, de sus características particulares en términos de su capacidad de ejercer control violento y de sus intereses sobre el territorio. En segundo lugar, de las condiciones circunstanciales locales, relacionadas con la configuración y los balances de la constelación local de poder. En tercer lugar, de las condiciones contextuales respecto de la configuración y grado de organización del conjunto social local.
The present investigation “Microphysical violence and the (re)production of inequalities – Disputes over power in the Colombian armed conflict” studies the microphysical construction of power and its impact on local life conditions within contexts of armed conflicts that are characterized by a co-habitation of armed actors in a constant dispute for exercising territorial control. This work takes on the exercise of violence as a descriptive dimension of power and explores its impact in terms of inequality. This research thus focuses on the question of the role played by the exercise of violence, in the context of an armed conflict, in the (re)production of social, political, and economic inequalities within the local social structure. The study aims to fill a void within existing sociological and political studies on armed conflicts, which according to some critics, stems mainly from two facts. On one hand, the tendency of these studies to focus mainly on the structural causes of armed conflicts and not to study in depth the reasons for their continuity, dynamics, and development, all linked to the particular local characteristics of the context (Koloma Beck, 2011; Neidhardt, 1986; von Trotha, 1997, p.20). On the other hand, limiting the explanation for the emergence and persistence of an armed conflict to the variable of economic profit (Gutiérrez & Cito, 2022; Kalyvas, 2001). Research approaches along the lines of the new wars paradigm (Kaldor, 1999) and the economic theory of conflict (Collier, 2000; Collier & Hoeffler, 1998), have a tendency to assume armed conflict as a criminal enterprise. They consider the origin of its causes to be of an economic nature, emanating from the interest of rent exploitation by its disputing actors (see Kalyvas, 2001). Considering this, the present study focuses on the analysis of the practical manifestations of violence rather than on its causes, while studying not only the economic relations that take place in a conflict but also the social, political, and historical context in which the conflict takes place. To do so, this work takes the microphysical level as a basis. That, in which the mechanics of the local exercise of power, the intricacies of the tactics of dominations over the body and behavior is manifested, through which the capacity to exercise control and therefore to capitalize power is configured. The research is theoretically based on the definition of power as control (Foucault, 1979, 2002; Weber, 2002) and defines the concepts of violence and inequality along these lines. On one hand, it therefore conceives the exercise of violence as an act of power. That is, as an instrument that is based on physical harm or on the threat thereof and which is used by those who seek to exercise control in order to configure relations of docility, to regulate social life, and to normalize conduct (Popitz, 1992). On the other hand, it conceives inequality as a distance in the capacity of access to goods or socially relevant positions as well as to power resources (Braig, Costa, & Göbel, 2015; Kreckel, 1992). Inequality is the result of a lasting limitation to this capacity of access – based on a physical difference or a social differentiation – in such a way that the living opportunities of the individuals or groups of individuals are positively or negatively affected (Kreckel, 1992, p.17). Methodologically, the research uses an inductive qualitative approach through a thick description within a typical case study. This being one that encompasses identifiable elements that make it representative of the phenomenon to be studied (Gerring, 2007, pp. 91-93). Here, the internal armed conflict in Colombia is taken as the typical case study. More specifically, the one taking place in the region of north-eastern Antioquia and southern Bolivar, which is part of the region known as Magdalena Medio. The temporary focus of this study is on the period between the end of the 1970s and the present. The data recollection consisted of field work and was carried out through two techniques: participant observation and the development of narrative interviews. To study the microphysical relations of power and the role that the exercise of violence -as a domination instrument- plays within these in the (re)production of inequality, this work offers an analytical tool based on the combination of the concepts of figurations (Elias, 1939, 1970, 1989, 2003) and territorialities (Oslender & Agnew, 2010). The tool is used to track the local constellation of strategic actors and their relations using the empirical data collected. The first step of this process is to identify the structures of order in the local social relations (figurations), resulting from the reciprocal and interdependent interaction of the individuals that make up a social group (Endreß, 2017). This works provides two analytical figurations: that of the relations of the armed actors among themselves and that of the relations of the armed actors with the local social group. The analysis in these two levels of figurations allows for reconstructing the territorialities of the armed actors, meaning their interests in the territory as well as the strategies implemented by them to obtain and maintain control over it (Oslender & Agnew, 2010). The research found that, contrary to the approaches of the new wars paradigm and the economic theory of conflict, an armed conflict should not be interpreted solely as a criminal enterprise. Even if the study showed that some actors seek local control driven by eminently economic interests, it became evident that effective control of the territory, through the configuration of docility-utility relations, implies the management of facets of local social life that go beyond the economic sphere. In this regard, the research confirmed that violence is in fact widely used as a domination tactic in armed conflicts to obtain and maintain territorial control. Nonetheless, to achieve effective control and management of the territory, the individuals that inhabit it, and the relations that develop within it, the armed actor uses the exercise of violence in a complementary manner with another domination tactic. Namely, the configuration of selective associations with other armed actors or with a Stand of the local social group. This is in order for them to serve as support in the tasks of management and control of the territory. Consequently, it turns them into watchmen who are constantly watched (Foucault, 2002, p.182). Within these selective associations, it’s not the exercise of violence but rather mutual loyalty what is used by the armed actor to obtain obedience by its counterpart. This work also identified that the implementation of this domination strategy, which complementarily exercises violence and configures selective associations, implies an ascription of positions in the local social structure. Positions that have differential capacities in the access to socially relevant goods and power resources. When setting its territoriality, it isn’t only the armed actor who acquires a privileged position of dominance and control. It also entails, for those who make up the local social group, an ascription of positions of either distance or proximity to the power of the armed actor. Being part of a selective association implies a greater capacity for interaction, dialogue and negotiation with the armed actor, as long as the cohabitation and co-administration arrangement is respected and their power is not transgressed. This can be represented as a closeness to their power. On the contrary, those outside of the selective associations are excluded from relational and distributive benefits by the armed actor and are placed in a position of constant exposure to threats and direct physical harm. This condition represents an obstacle in their daily lives and therefore a bigger distance in the capacity of access to goods and resources. Having said this, we suggest, as an answer to the proposed research question, that not only the exercise of violence, but also its combination with selective associations are used by the armed actors in dispute for local control, to administer the territory and the activities that take place in it, to discipline the social group and make it obedient and useful to their interests. Using these tactics of domination plays a role in the (re)production of local social, economic and political inequalities, insofar as they attribute positions with greater or lesser relational and distributive benefits to the individuals that make up the social group. These positions translate into differential capacities of access to socially relevant goods and power resources. Whether an armed actor resorts to one or another domination tactic, according to this work, is a calculation of utility that will depend on three conditions. First, their particular characteristics in terms of their capacity to exercise violent control and their interests in the territory. Secondly, the local circumstantial conditions, related to the configuration and balances of the local power constellation. Thirdly, the contextual conditions regarding the configuration and degree of organization of the local social group.
Die vorliegende Arbeit mit dem Titel „Mikro-physische Gewalt und die (Re-) Produktion von Ungleichheiten - Machtkämpfe im bewaffneten Konflikt Kolumbiens“ untersucht die mikro-physische Gestaltung von Macht und ihre Auswirkungen auf die lokalen Lebensbedingungen in bewaffneten Konflikten, gekennzeichnet durch das Zusammentreffen von bewaffneten Akteuren, die ständig um die territoriale Kontrolle ringen. Sie geht von der Ausübung von Gewalt als einer beschreibenden Ebene der Macht aus und untersucht deren Auswirkungen im Hinblick auf Ungleichheiten. Die Forschung befasst sich daher mit der Frage, welche Rolle die Ausübung von Gewalt im Rahmen eines bewaffneten Konflikts bei der (Re-)Produktion von sozialen, politischen und wirtschaftlichen Ungleichheiten innerhalb der lokalen Sozialstruktur spielt. Die Arbeit zielt darauf ab, eine Forschungslücke im Rahmen vorhandener soziologischer und politischer Studien zu bewaffneten Konflikten zu füllen, die laut einigen Kritiker*innen hauptsächlich auf zwei grundlegende Tatsachen zurückzuführen ist. Einerseits, die Tendenz der Studien sich vor allem auf die strukturellen Ursachen der bewaffneten Konflikte zu konzentrieren, statt die Gründe für ihr weiteres Bestehen, ihre Dynamiken und Entwicklung zu erforschen, die in unmittelbarer Verbindung mit den Eigenschaften der lokalen Gegebenheiten stehen (Koloma Beck, 2011; Neidhardt, 1986, von Trotha, 1997, S.20). Andererseits wird die Erklärung für das Entstehen und Fortbestehen bewaffneter Konflikte auf die Variable des wirtschaftlichen Nutzens reduziert (Gutiérrez & Ciro, 2022; Kalyvas, 2001). Forschungsansätze, die sich sowohl am Paradigma der neuen Kriege (Kaldor, 1999) als auch an der ökonomischen Konflikttheorie (Collier, 2000; Collier & Hoeffler, 1998) orientieren, tendieren dazu, den bewaffneten Konflikt als ein rein kriminelles Unternehmen zu betrachten. Sie gehen davon aus, dass die Ursachen dafür wirtschaftlicher Natur sind, die dem Interesse der beteiligten Akteure an der Ausbeutung der Erträge entspringen (siehe Kalyvas, 2001). Angesichts dessen beschäftigt sich diese Forschungsarbeit mit der Analyse, nicht der Ursachen von Gewalt, sondern von ihren praktischen Erscheinungsformen. Gleichzeitig werden nicht nur die wirtschaftlichen Beziehungen im Rahmen eines bewaffneten Konfliktes, sondern auch der soziale, politische und historische Kontext, in dem sich dieser abspielt, mit einbezogen. Zu diesem Zweck ist die Grundlage dieser Studie die mikro-physische Ebene, nämlich diejenige, in der sich die Mechanismen der lokalen Machtausübung, die Feinheiten der Taktik für die Herrschaft über den Körper und das Verhalten offenbaren, mittels der die Fähigkeit konfiguriert wird, Kontrolle auszuüben und somit Macht zu kapitalisieren. Theoretisch beruht diese Forschungsarbeit auf der Definition von Macht als Kontrolle (Foucault, 1979, 2002; Weber, 2002) und definiert in diesem Sinne die Begriffe Gewalt und Ungleichheit. Die Ausübung von Gewalt wird also einerseits als Aktionsmacht verstanden. Das heißt, als ein Instrument, das auf körperlichem Schaden oder der Androhung von Schaden beruht und von denjenigen eingesetzt wird, die versuchen, Kontrolle auszuüben, um Beziehungen der Unterwerfung zu gestalten, das soziale Leben zu regulieren und das Verhalten zu normalisieren (Popitz, 1992). Andererseits wird Ungleichheit als eine Distanz in den Zugangsmöglichkeiten zu sozial relevanten Gütern oder Positionen sowie Machtressourcen verstanden (Braig, Costa, & Göbel, 2015; Kreckel, 1992). Ungleichheit entsteht, wenn diese Zugangsmöglichkeiten dauerhaft eingeschränkt werden, sei es auf der Grundlage eines physischen Unterschieds oder auf einer sozialen Unterscheidung, sodass die Lebenschancen der betroffenen Individuen oder Gruppen entweder begünstigt oder beeinträchtigt werden (Kreckel, 1992, S.17). Methodologisch wird ein qualitativer induktiver Ansatz verfolgt, der auf einer dichten Beschreibung im Rahmen einer typischen Fallstudie beruht, also eine, die bestimmte, erkennbare Elemente enthält, die sie für das untersuchte Phänomen repräsentativ machen (Gerring, 2007, S. 91-93). In dieser Arbeit ist die typische Fallstudie der interne bewaffnete Konflikt Kolumbiens, spezifisch betrachtet der, der sich in der nordöstlichen Region von Antioquia und dem Süden von Bolívar, in der Region des sogenannten Magdalena Medio, abspielt. Zeitlich konzentriert sich die Studie auf den Zeitraum von den späten 1970er Jahren bis heute. Die Datenerhebung basierte auf Feldforschung und wurde mittels zweier Techniken durchgeführt: teilnehmende Beobachtung und die Durchführung von narrativen Interviews. Um die mikro-physischen Machtbeziehungen zu untersuchen, und in diesem Rahmen die Rolle der Ausübung von Gewalt als Herrschaftsinstrument in der (Re-)Produktion von Ungleichheiten, wird in dieser Arbeit ein analytisches Instrument vorgeschlagen, das auf der Zusammenführung der Konzepte von Figurationen (Elias, 1939, 1970, 1989, 2003) und Territorialitäten (Oslender & Agnew, 2010) beruht. Dieses Werkzeug basiert auf der Erfassung der lokalen Aufstellung strategischer Akteure und ihrer Beziehungen anhand der gesammelten empirischen Daten. Dies geschieht in erster Linie durch die Identifizierung der Ordnungsstrukturen in den lokalen sozialen Beziehungen (den Figurationen), die sich aus der wechselseitigen und interdependenten Interaktion der Individuen ergeben, die ein soziales Ganzes bilden (Endreß, 2017). Die Arbeit schlägt zwei Figurationen für die Analyse vor: die der Beziehungen der bewaffneten Akteure untereinander und die der Beziehungen zwischen den bewaffneten Akteuren zum lokalen sozialen Ganzen. Die Analyse auf diesen beiden Figurationsebenen ermöglicht die Rekonstruktion der Territorialitäten der bewaffneten Akteure, d.h. sowohl ihrer Interessen am Territorium als auch der Strategien, die sie umsetzen, um die Kontrolle über dieses zu ergreifen und zu behalten (Oslender & Agnew, 2010). Die Forschung ergab, dass ein bewaffneter Konflikt im Gegensatz zum Paradigma der neuen Kriege und der ökonomischen Konflikttheorie nicht ausschließlich als kriminelles Unternehmen interpretiert werden sollte. Zwar wurde beobachtet, dass einige Akteure die lokale Kontrolle getrieben von einem rein wirtschaftlichen Interesse suchen. Es wurde jedoch deutlich, dass eine wirksame Kontrolle des Territoriums von der Verwaltung von Facetten des lokalen sozialen Lebens anhand von Beziehungen der Unterwerfung und Nützlichkeit ausgeht, die über die wirtschaftliche Komponente hinausgehen. Diesbezüglich ergab die Forschung, dass Gewalt in der Tat ein weit verbreitetes Herrschaftsinstrument im Kontext bewaffneter Konflikte ist, um territoriale Kontrolle zu ergreifen und aufrechtzuerhalten. Nichtsdestotrotz benutzt der bewaffnete Akteur die Ausübung von Gewalt als Ergänzung zu einer weiteren Herrschaftstaktik, um so die effektive Kontrolle und Verwaltung des Territoriums, der Bewohner und der Beziehungen, die sich auf diesem abspielen, zu erreichen. Diese weitere Taktik besteht aus der Bildung von selektiven Assoziationen mit anderen bewaffneten Akteuren oder mit Ständen der sozialen Gruppe, mit dem Ziel, dass diese Akteure bei der Verwaltung und Kontrolle des Territoriums als Unterstützung gelten. Sie werden also zu Bewachern, die jedoch ständig bewacht werden (Foucault, 2002, S. 182). So ist im Rahmen dieser selektiven Assoziationen nicht die Ausübung von Gewalt, sondern gegenseitige Treue das vom bewaffneten Akteur eingesetzte Instrument, um den Gehorsam seines Gegenübers zu erreichen. Durch diese Arbeit wurde ebenfalls deutlich, dass die Umsetzung dieser Herrschaftsstrategie, bestehend aus der Ausübung von Gewalt und der Bildung von selektiven Assoziationen, eine Zuweisung von Positionen in der lokalen sozialen Struktur umfasst. Es handelt sich um Positionen mit unterschiedlichen Zugangsmöglichkeiten zu sozial relevanten Gütern und Machtressourcen. Durch den Ausbau seiner Territorialität erlangt der bewaffnete Akteur nicht nur eine privilegierte Position der Dominanz und Kontrolle. Sie bringt für die Mitglieder des lokalen sozialen Ganzen auch die Zuweisung von Positionen mit sich, die entweder eine Distanz oder eine Nähe zur Macht des bewaffneten Akteurs bedeuten. Die Zugehörigkeit zu einer selektiven Assoziation ermöglicht eine bessere Interaktion, einen Dialog und Verhandlungen mit dem bewaffneten Akteur, solange die Vereinbarungen über das Zusammenleben und die gemeinsame Verwaltung respektiert und dessen Macht nicht überschritten werden. Dies kann als Nähe zu ihrer Macht betrachtet werden. Im Gegensatz dazu werden diejenigen außerhalb der selektiven Assoziationen vom bewaffneten Akteur von relationalen und distributiven Vorteilen ausgeschlossen und sind einer ständigen Bedrohung und direkten körperlichen Schäden ausgesetzt. Dieser Zustand stellt ein Hindernis in ihrem täglichen Leben dar und erschwert ihnen den Zugriff auf Gütern und Ressourcen. Als Antwort auf die gestellte Forschungsfrage stellen wir daher fest, dass nicht nur die Ausübung von Gewalt, sondern auch ihre Kombination mit selektiven Assoziationen von den bewaffneten Akteuren im Streit um die lokale Kontrolle eingesetzt wird, um das Territorium und die dort stattfindenden Aktivitäten zu verwalten, die soziale Gruppe zu disziplinieren und sie gehorsam und nützlich für ihre Interessen zu machen. Der Einsatz dieser Herrschaftstaktiken spielt eine Rolle bei der (Re-)Produktion lokaler sozialer, wirtschaftlicher und politischer Ungleichheiten, da sie den Individuen, die die soziale Gruppe bilden, Positionen mit mehr oder weniger relationalen und distributiven Vorteilen zuweisen. Diese Positionen führen zu unterschiedlichen Kapazitäten beim Zugang zu gesellschaftlich relevanten Gütern und Machtressourcen. Ob ein bewaffneter Akteur auf die eine oder andere Taktik der Herrschaft zurückgreift, ist, wie wir in dieser Arbeit behaupten, ein Nutzenkalkül, das von drei Bedingungen abhängt. Erstens, von seinen besonderen Merkmalen in Bezug auf seine Fähigkeit, gewaltsame Kontrolle auszuüben, und seine Interessen am Territorium. Zweitens, von den lokalen Gegebenheiten, die mit der Konfiguration und den Gleichgewichten der lokalen Machtkonstellation zusammenhängen. Drittens, von den Kontextbedingungen hinsichtlich der Konfiguration und des Organisationsgrads des lokalen sozialen Ganzen.