En el estudio del crecimiento sin precedentes de la población carcelaria a nivel global y la propuesta teórica de la emergencia de un estado penal como causa y efecto de este fenómeno existen preguntas acerca de la forma que éste adopta en distintas regiones y cómo el género articula las relaciones de los sujetos con él. En estos debates se identifican dos vacíos: el primero tiene que ver con las particularidades del caso Latinoamericano y cómo estás influyen la manifestación del estado penal en diferentes países de la región desde una perspectiva empírica. El segundo es el estudio de las experiencias de las mujeres con la cara punitiva del estado penal, con la cárcel como principal institución de gobernanza. A partir de estos vacíos, el trabajo formula la siguiente pregunta como punto de partida: ¿Cómo opera el estado penal en la prisión de mujeres mexicana y que sujetos (re)produce a través del ejercicio del poder disciplinario? Se argumenta que el estudio de las interacciones cotidianas de las mujeres en reclusión con el poder disciplinario estatal puede contribuir al desarrollo de una etnografía del estado desde los márgenes. La investigación utiliza el caso del Centro de Reinserción Femenil (CRF) de Puente Grande, en Jalisco, México, el segundo mayor centro de confinamiento femenino en el país. El trabajo postula la hipótesis de que las técnicas punitivas y disciplinarias que se utilizan en la prisión de mujeres están altamente influenciadas por nociones generizadas para la (re)producción de sujetos ‘rehabilitados’. El trabajo se apoya en el método etnográfico de investigación con observación participante y entrevistas y se enfoca en las relaciones cotidianas de las mujeres en prisión con el poder disciplinario del Estado. La investigación concluye así que el estado penal mexicano opera en la prisión femenina a través de técnicas punitivas que se apoyan en la informalidad y los significados de género para lograr una disciplina que solidifica el poder estatal sobre los cuerpos que se encuentran en la institución. A través de las interacciones mundanas de las mujeres reclusas con ese poder disciplinario estatal, la cárcel femenina no sólo gobierna y maneja a este sector poblacional ubicado a priori en la marginalidad avanzada, sino que construye esa marginalidad de manera sistemática. Esto sucede a partir de la (re)producción de las mujeres en reclusión como sujetos subordinados en cuanto al género y las categorías con que éste se combina para crear nuevos ejes de desigualdad (entre las que se cuentan la clase, la etnicidad, el nivel educativo, la preferencia sexual y el gentilicio, entre otros). Tal subordinación permea todas sus interacciones con el estado y sus representantes y las ubica en una posición de vulnerabilidad y desventaja incluso frente a sus contrapartes masculinas en reclusión.
The research on the unprecedented global growth of the prison population and the theoretical suggestion of the rise of a Penal State as cause and effect of this phenomenon presents unanswered questions about the form the Penal State takes in different regions and how gender articulates the relation between it and its subjects. Two lacunas can be identified in these debates: the first one relates to the particularities of the Latin American case and how these influence the manifestations of the Penal State in different countries of the region from an empirical perspective. The second is related to the research on women’s experiences with the punitive face of the Penal State, with the prison as its main governance institution. Based on these two lacunas, the research poses the following question as a starting point: How does the penal state operate in the Mexican women’s prison and what subjects are (re)produced through the exercise of disciplinary power? It argues that the study of the mundane daily interactions of incarcerated women with the state’s disciplinary power can contribute to the development of an ethnography of the state from the margins. The research utilizes the case of the Centro de Reinserción Femenil (CRF) of Puente Grande in Jalisco, Mexico, the second biggest female confinement institution in the country. The dissertation presents the hypothesis that the disciplinary and punitive techniques used in the female prison are highly informed by gendered notions for the (re)production of ‘rehabilitated’ subjects. These notions (re)produce in the incarcerated women a subordination not only based on gender but also on the other categories with which gender intersects to create new axis of exclusion and inequality. Through ethnographic participant observation and interviews with the inmates’, the research focuses on the daily interactions of incarcerated women with the disciplinary State power in the prison. It concludes that the Penal State operates in the women’s prison through punitive techniques that rely on informality and gender meanings to achieve a discipline that solidifies state power over the bodies confined in the institution. Through the mundane interactions of incarcerated women with the state’s disciplinary power, the female prison not only governs and manages this population sector that is located a priori in advanced marginality, but it constructs that marginality in a systematic manner. This happens through the (re)production of incarcerated women as subordinated subjects in terms of gender and the categories with which gender combines to create new exclusion axis (that include class, ethnicity, educational level, sexual preference and place of origin, among others). This subordination permeates all of the inmates’ interactions with the State and its representatives and places the women in a disadvantageous and vulnerable position even in relation to their male incarcerated counterparts.