El tema de esta disertación es la transformación de la cultura en Venezuela en el período de 1999-2009, con énfasis en las relaciones entre el Estado, la cultura y los medios de comunicación, como vectores fundamentales del paisaje de la modernidad cultural venezolana. Se trata de observar cómo la modernidad y las definiciones que de ella se desprenden, adquieren un matiz particular en un país inundado por el petróleo. Y de cómo esas circunstancias se proyectan desde y hacia la cultura, determinando los flujos que posibilitan su configuración, así como las interconexiones que resultan del carácter múltiple, heterogéneo y siempre cambiante de las culturas, articuladas hoy por la fase actual de la globalización. Comprender las transformaciones de la cultura venezolana durante la última década, implica tener presente que el campo cultural venezolano ha sido históricamente dominado por la acción institucional del Estado. Una condición que es resultado de los procesos modernizadores impulsados desde la segunda década del siglo XX por el auge de la explotación petrolera, momento en que el Estado se convirtió en el agente principal de la riqueza nacional, y en consecuencia, en el agente fundamental de todos los renglones de la actividad productiva del país. La primera década del siglo XXI inauguró una novedosa y contradictoria fase en el devenir histórico de la nación del petróleo, que resume una compleja modificación de los elementos fundamentales que formaron parte del tránsito epocal a una cultura secularizada y relativamente autónoma identificada con la modernidad. Allí se hicieron visibles las luchas y sucesiones de los grupos que intentaban replantear el programa de la modernización. La tesis en que se basan los argumentos desplegados a lo largo de este trabajo, es que la expansión del campo cultural llevada a cabo por la revolución bolivariana para ampliar el número de beneficiarios del Estado petrolero e intentar redistribuir el capital cultural, es decir, el movimiento que lucha contra una modernización excluyente desde arriba con sus propias formas de modernización desde abajo, no se traduce en un verdadero proceso de democratización; sino mucho más en la imposición de nuevas relaciones de subordinación, manifiestas en la ampliación y sofisticación del dispositivo para el control y disciplinamiento de la cultura. De esta forma, la radicalización de la democracia propuesta en la nueva Constitución de 1999 como una “democracia participativa, protagónica, multiétnica y pluricultural“, no ha ido más allá de radicalizar las fracturas históricas que estuvieron en la base del derrumbe de la democracia representativa que dominó el país durante la segunda parte del siglo XX.
The subject matter of this dissertation is the transformation of Venezuelan culture during the 1999-2009 period, focusing on the relations between State, culture and mass media, as basic elements in the scenario of Venezuelan cultural modernity. This paper aims to analyze how modernity and the definitions derived from it attain a particular nuance in a country swamped by oil, and how these circumstances are projected from and towards culture, thus determining the currents that enable its configuration. Similarly, how these circumstances determine the interconnections resulting from the manifold, heterogeneous, and ever-changing character of cultures, articulated at present, by the actual globalization phase. Understanding the transformations in Venezuelan culture during the last decade entails awareness of the fact that the cultural field in Venezuela has been historically dominated by the institutional action of the State. This condition is the result of a modernizing processes endorsed since the second decade of the Twentieth Century via the oil production boom. At this time, the State became the principal mediator of national wealth; hence, turning into a critical agent in all areas of the country’s productive activity. The first decade of the Twentieth Century launched a ground-breaking and contradictory chapter in the historical occurrences of this oil nation, summarizing a complex revision of the essential elements that shaped part of the memorable passage to a secularized and relatively autonomous culture, identified with modernity. At that point, the struggles and successions of groups who endeavored to reformulate the modernization program became evident. The hypothesis underlying the views presented throughout this paper is that the expansion in the cultural field carried out by the Bolivarian revolution in order to expand the number of beneficiaries of the oil State, and to redistribute the cultural capital, that is, the movement that defies an exclusive modernization from above with its own methods of modernization from below, does not result in a true democratizing process. On the contrary, it results in the imposition of new relations of subordination, discernible in the expansion and sophistication of the tools for the control and disciplining of culture. Thus, the radicalization of democracy, stipulated in the 1999 Constitution as a “participative, protagonist, and multicultural democracy”, has not progressed beyond radicalizing historic fractures that were the basis for the downfall of the representative democracy that ruled the country during the second part of the Twentieth Century.